Esta es otra de esas poesías que se escriben en momentos nocturnos. Esos momentos en los que uno reflexiona y piensa en todas las posibilidades de una situación. Yo no soy una persona creyente, la verdad, aunque use muchas veces la figura del cielo y el infierno para expresarme. Lo cierto es que me gustaría creer, pero el pensamiento crítico por el que tanto abogo no me lo permite. Aunque ciertamente sería una grata sorpresa estar equivocado y poder volver a ver a nuestros seres queridos cuando crucemos las puertas de San Pedro. Esta poesía habla de ellos, esas personas que tanto echo de menos. Espero que os guste:
No lloréis por mí
me voy con mis abuelos,
si queréis podéis llorar
pero no de pena al menos.
¡Qué envidia os puede dar!
Que yo pueda verlos de nuevo
y vosotros tenéis que esperar
a que el tiempo os marchite.
No tengo necesidad de aguantar,
me fundo en su abrazo eterno.
Pero aquí os dejo un envite:
¡Tendréis que volver a luchar!
mientras, yo cruzo el averno.
Ya huelo el café recién hecho
y él ríe sin parar.
Felices están por verme
¿qué pena os puede dar?
Si yo los puedo abrazar a todos
y vosotros tendréis que esperar.