Manifestaciones en España en apoyo a Argentina (1982)

Durante la Guerra de las Malvinas (abril-junio de 1982) se registraron manifestaciones en España en respaldo a la causa argentina. La más destacada ocurrió en Madrid el 19 de abril de 1982, convocada por Falange Española de las JONS y otros grupos derechistas. Miles de personas (unas 5.000 según la policía, 15.000 según organizadores) marcharon entre la Plaza de la Independencia y la Plaza de la Lealtad, coreando consignas a favor de la “argentinidad” de las Malvinas y reclamando la devolución de Gibraltar a España.

En las pancartas podía leerse “Viva el Ejército argentino”, “Malvinas argentinas” y “Gibraltar español”, mostrando un paralelismo popular entre Malvinas y Gibraltar.

Durante la protesta se produjeron también cánticos contra el Gobierno español y la monarquía, acusándolos de cobardía por no apoyar abiertamente a Argentina (“Gobierno gallina, aprende de Argentina”, gritaban).

Al finalizar, algunos manifestantes quemaron banderas británicas entre vítores, y la marcha se disolvió sin incidentes graves​.

Cabe señalar que, si bien esta manifestación tuvo un tinte ultranacionalista (encabezada por figuras falangistas como Raimundo Fernández-Cuesta y apoyada por ex-militares involucrados en el 23-F.

La simpatía hacia Argentina trascendía ideologías.

Sectores de izquierda también veían la cuestión Malvinas como una causa anticolonial. De hecho, historiadores señalan que “por diferentes motivos, la izquierda y la derecha eran partidarias de los argentinos” en aquellas semanas.

No obstante, la movilización callejera más documentada fue la de Madrid organizada por la Falange, que logró canalizar el sentimiento popular pro-argentino vinculado tanto al antiimperialismo como al agravio histórico de Gibraltar.

Reclutamiento de voluntarios españoles para combatir en Malvinas

Existe evidencia de que en España se intentó reclutar voluntarios para combatir junto a Argentina, aunque de forma clandestina y limitada. Tras el éxito de la manifestación ultraderechista en Madrid, miembros de Falange (FE de las JONS) entablaron contacto con la Embajada argentina en Madrid.

Los jefes de su milicia (denominada Primera Línea) iniciaron reclutamientos secretos de voluntarios españoles dispuestos a viajar a las Malvinas y unirse a la lucha contra el Reino Unido.

Este esfuerzo se dio al margen de canales oficiales y motivado por afinidades ideológicas (nacionalismo hispano-argentino) y el ánimo anti-británico presente en esos círculos.

Sin embargo, ninguno de esos voluntarios llegó a combatir, pues el desarrollo de la guerra no les dio ocasión. La campaña militar concluyó rápidamente (rendición argentina el 14 de junio de 1982) antes de que se completara la organización y transporte de voluntarios.

Fuentes posteriores indican que la “recluta” quedó “interrumpida” cuando la suerte del conflicto ya estaba echada en contra de Argentina.

Es decir, el plan de enviar españoles a la guerra se truncó por el fin mismo de la contienda.

Asimismo, el gobierno español de la época no alentó oficialmente ningún reclutamiento. España se hallaba en proceso de integración a la OTAN (ingresó el 30 de mayo de 1982) y mantenía una postura cuidadosa. Cualquier participación de españoles como combatientes habría comprometido la neutralidad oficial. Por tanto, los únicos intentos documentados fueron iniciativas extraoficiales como la de Falange, sin apoyo estatal y finalmente abortadas por las circunstancias.

Apoyo de los gobiernos hispanohablantes a Argentina

La invasión argentina de las Malvinas generó un amplio respaldo diplomático en Hispanoamérica, aunque con diferentes grados de compromiso. Casi todos los gobiernos de habla hispana en América Latina se alinearon con Argentina en foros internacionales, reivindicando la soberanía argentina y denunciando el colonialismo británico. En el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), los países firmantes del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) aprobaron una resolución solidaria con Argentina el 29 de mayo de 1982.

Dicha resolución autorizó a cada Estado americano a prestar a Argentina “el apoyo que juzgue apropiado” ante la agresión británica y exigió el cese de la ayuda de Estados Unidos al Reino Unido así como el fin de las sanciones de la CEE contra Buenos Aires.

Fue un triunfo diplomático para Argentina, adoptado por 17 votos a favor y ninguno en contra –con solo cuatro abstenciones: Estados Unidos y Trinidad y Tobago (no hispanohablantes), además de Chile y Colombia, que se desmarcaron por consideraciones de derecho internacional.

En contraste, países como México, Venezuela, Perú, Cuba, Panamá, Bolivia, Ecuador, entre otros, apoyaron firmemente la moción. México, por ejemplo, aunque era reacio a respaldar la vía militar, se apegó a la ONU y participó en la resolución regional a favor de Argentina.

Varios gobiernos latinoamericanos expresaron su apoyo mediante rupturas o congelamiento de relaciones con el Reino Unido, ayuda material encubierta y pronunciamientos conjuntos. Un caso sobresaliente fue Perú, cuyo gobierno de Fernando Belaúnde Terry adoptó una posición de solidaridad activa. Perú brindó ayuda militar secreta a Argentina: transfirió en abril-mayo de 1982 un lote de 10 aviones de combate Mirage 5 de su Fuerza Aérea, que fueron volados por pilotos peruanos hasta Argentina (ruta La Joya – Jujuy – Tandil).

Estos aviones llegaron pintados con insignias argentinas a la base de Tandil el 4 de mayo de 1982​

Junto con ellos, Perú envió en un Lockheed L-100 Hercules equipos de mantenimiento y decenas de técnicos y mecánicos peruanos para instruir a los argentinos en el uso de los Mirage y su armamento.

Además, suministró armamento sofisticado, destacando el envío de misiles aire-mar Exocet (muy escasos para Argentina)​, municiones, misiles antiaéreos y otras piezas de guerra. Perú complementó esto con asesoría técnica e instructores militares, garantizando que el personal argentino pudiera operar el equipo entregado​

​Incluso hubo ofrecimientos peruanos de aportar voluntarios: la junta militar peruana llegó a “prometer el envío de combatientes civiles y militares” para apoyar en el frente. Aunque tales combatientes peruanos finalmente no intervinieron directamente (el Comandante en Jefe FAP lo desautorizó y la guerra acabó pronto)., el gesto peruano fue concreto y generoso, combinando asistencia militar encubierta y respaldo político. En paralelo, Perú mantuvo su rol diplomático: propuso mediaciones de paz (Belaúnde actuó como mediador antes del hundimiento del Belgrano)​, al tiempo que sus FF.AA. presionaban para no dejar sola a Argentina.

Otros países hispanoamericanos ofrecieron sobre todo apoyo diplomático y moral. Cuba, a pesar de sus enormes diferencias ideológicas con la dictadura de Galtieri, apoyó decididamente la reclamación argentina en foros internacionales. Fidel Castro envió en mayo de 1982 una carta a los líderes del Movimiento de Países No Alineados, instándolos a respaldar a Argentina en Malvinas.

En esa misiva, Castro calificó el conflicto como “una guerra colonial a punto de entrar en su fase más dolorosa y criminal”, alertando que “las potencias imperialistas intentan dar una lección a todo el Tercer Mundo”.​ Cuba, que presidía el Movimiento No Alineado entonces, logró que dicho bloque condenara el colonialismo británico. Venezuela también se pronunció a favor de Argentina; el presidente Luis Herrera Campins expresó “firme apoyo” al reclamo argentino en distintos discursos, alineándose con la postura latinoamericana común. Si bien los detalles no son públicos, se ha señalado que Venezuela ofreció cooperación logística (por ejemplo, facilitar petróleo venezolano a Argentina en caso necesario) y que mantuvo abiertos sus puertos y espacio aéreo para vuelos argentinos durante el conflicto. México, por su parte, defendió la vía negociada pero sostuvo la soberanía argentina en la ONU y la OEA, negándose a aplicar sanciones económicas contra Buenos Aires. Países de Centroamérica y el Caribe hispanohablantes (como Panamá, Guatemala, República Dominicana, Costa Rica, Honduras, Nicaragua) igualmente apoyaron la posición argentina en votaciones internacionales. Panamá –cuyo gobierno militar de Torrijos/Noriega era aliado de Argentina– fue particularmente vocal en la OEA y algunos reportes indican que rompió relaciones diplomáticas con Londres en solidaridad (o al menos retiró su embajador temporalmente). En suma, la mayoría de los gobiernos de habla hispana brindaron respaldo diplomático unánime a Argentina, considerándolo un caso emblemático de descolonización pendiente.

Un caso singular fue España. Si bien España no formaba parte del bloque latinoamericano, es un gobierno hispanohablante cuya posición estuvo dividida entre la afinidad histórica con Argentina y sus compromisos con Occidente. El gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo optó por una neutralidad benévola hacia Argentina: oficialmente apoyaba las resoluciones de la ONU pidiendo negociaciones, pero evitó un enfrentamiento abierto con Reino Unido dada su inminente entrada a la OTAN.

No obstante, España prestó cierta ayuda encubierta a Argentina. Según trascendió posteriormente, vendió a Argentina bombas de aviación de sus arsenales para reforzar la ofensiva aérea argentina​

Estas municiones (presumiblemente bombas de propósito general) habrían sido enviadas discretamente durante el conflicto. Así, mientras públicamente “se ponía de perfil” ante el gobierno de Thatcher, España colaboró modestamente en el reaprovisionamiento argentino.

Además, la sociedad española mostró amplias simpatías (como vimos en las manifestaciones y en la prensa), lo que políticamente contribuyó a un clima favorable a Argentina en el mundo hispano.

En contraste, solo un gobierno hispanohablante se alineó con Gran Bretaña: Chile. La dictadura chilena de Augusto Pinochet, enemistada con Argentina por disputas territoriales (canal Beagle) y afinidad estratégica con Londres y Washington, se mantuvo neutral-pro británica. Chile permitió inteligencia y apoyo logístico indirecto a los británicos (radares, aeropuertos en Punta Arenas para emergencias, etc.), aunque oficialmente declaró su neutralidad. Su abstención en la votación del TIAR fue elocuente​.

Colombia, si bien no apoyó materialmente al Reino Unido, también se abstuvo de apoyar a Argentina en la OEA​, debido a su alineamiento con EE.UU. y quizá recelos por conflictos limítrofes en la región. Estas fueron excepciones dentro del concierto hispanoamericano, que mayoritariamente se volcó diplomáticamente a favor de Argentina en 1982.

Participación de españoles en el conflicto de Malvinas

A pesar de que España no fue beligerante, hubo ciudadanos españoles que participaron directamente en la Guerra de las Malvinas de diversas formas, principalmente integrados en tripulaciones civiles al servicio de Argentina. Varios marinos mercantes españoles, residentes en Argentina o enrolados en buques argentinos, estuvieron en la zona de conflicto e incluso algunos perdieron la vida.

  • Manuel Olveira Insua: fue un marino mercante gallego, originario de Fisterra (Finisterre, Galicia). Emigró a Argentina en 1957 y trabajaba en la Marina Mercante argentina. Durante la guerra, Olveira era tripulante del buque de transporte argentino Isla de los Estados. Este buque formaba parte del convoy logístico de la Armada Argentina, encargado de llevar pertrechos (víveres, combustible, municiones) a las islas. El 10 de mayo de 1982, mientras navegaba por el Estrecho de San Carlos, el Isla de los Estados fue atacado por la fragata británica HMS Alacrity, que le lanzó misiles.
    El barco, que transportaba explosivos y combustible de aviación, estalló en llamas y se hundió rápidamente, causando gran número de víctimas.
    Entre los fallecidos estaban Manuel Olveira y otro marino español (Rafael Luzardo, véase abajo). Solo sobrevivieron el comandante militar del buque y un marinero gallego de nombre Alfonso López​
    Olveira, a sus 47 años, murió en acto de servicio. Su cuerpo nunca fue recuperado, pero su nombre quedó inmortalizado en los monumentos a caídos: figura tanto en el cenotafio de Darwin, en las islas Malvinas, como en el monumento a los caídos de Plaza San Martín (Retiro) en Buenos Aires.
    El gobierno argentino le otorgó post mortem la condecoración “La Nación Argentina al Muerto en Combate”, reconociéndolo como héroe de la gesta.
    Se le recuerda como “el héroe gallego de Malvinas” en numerosas crónicas históricas.
  • Rafael Luzardo Barrios: fue otro español caído en la guerra, compañero de Olveira. Luzardo era natural de las Islas Canarias (Puerto de La Luz, Gran Canaria). Veterano de la División Azul en su juventud, también emigró a Argentina y sirvió como cocinero en la Marina Mercante argentina.

    En 1982, pese a tener edad de jubilarse y ser extranjero, se ofreció voluntariamente para seguir embarcado cuando la Armada Argentina convocó a los buques mercantes para la guerra.
    Embarcó junto a otros muchos marinos españoles (véase más abajo) por gratitud al país de acogida y en solidaridad con la causa de Malvinas.
    Rafael Luzardo iba a bordo del Isla de los Estados como personal de cocina cuando el buque fue hundido el 10 de mayo. Falleció en el acto, al igual que Olveira. Luzardo y Olveira son los dos españoles que dieron su vida en la Guerra de 1982, considerados héroes tanto por España como por Argentina. Ambos recibieron la condecoración argentina al mérito en combate por su sacrificio​
    Sus nombres han quedado inscritos juntos en la historia, simbolizando la hermandad hispano-argentina en el conflicto.
  • Marinos mercantes españoles en conjunto: Los anteriores no fueron casos aislados. Decenas de ciudadanos españoles integraban las dotaciones de buques mercantes argentinos movilizados durante la guerra. Muchas compañías navieras argentinas tenían tripulantes españoles (especialmente gallegos y canarios, dada la emigración). Se estima que unos 74 españoles participaron en la Marina Mercante Argentina en el teatro de operaciones​
    Un relato indica que “junto a otros 73 españoles colegas, [Luzardo] se embarcó rumbo a la guerra” respondiendo al llamado de la Armada.
    Estos españoles servían como marineros, maquinistas, cocineros, oficiales, etc., en buques de apoyo. Por ejemplo, el petrolero Puerto Rosales, el portacontenedores Formosa y varios pesqueros armados tuvieron personal español. Muchos de ellos, como explicó un tripulante, sentían que combatían por gratitud hacia Argentina y porque sufrían en carne propia la herida colonial de Gibraltar, lo que los motivó a arriesgar su vida.
    Afortunadamente, aparte de Olveira y Luzardo, la mayoría sobrevivió a la contienda (aunque algunos buques como el pesquero Narwal fueron atacados y hundidos, sin españoles fallecidos en ese caso).
    Cabe destacar que la Argentina tardó décadas en reconocer oficialmente a estos marinos españoles, dado el carácter reservado de sus misiones. No obstante, con el tiempo han sido objeto de homenajes; por ejemplo, en 2019 la embajada argentina rindió tributo a 22 marinos españoles que sirvieron en Malvinas.

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  • Caso del pesquero “Usurbil” (Fernando Otero y otros): Otro episodio notable involucra a marinos civiles españoles forzados a colaborar con el esfuerzo bélico argentino. El Usurbil era un buque pesquero de bandera argentina perteneciente a una empresa hispano-argentina, con tripulación mixta de españoles y argentinos. A comienzos de la guerra, este barco fue requisado (militarizado) por la Armada Argentina.​
    Fernando Otero, gallego de Bueu (Pontevedra), era oficial de máquinas del Usurbil. Él relató que su buque, originalmente dedicado a faena de pesca, fue incorporado a tareas de inteligencia naval“enviado al encuentro de la flota enemiga” – so pretexto inicial de buscar náufragos, pero en realidad para espiar y reportar movimientos de la Royal Navy.

    La tripulación (27 argentinos y 22 españoles a bordo) fue obligada a participar en esta misión de alto riesgo, detectando buques británicos y transmitiendo información por radio​
    . Otero describe momentos de pánico al ser sobrevolados por helicópteros ingleses, temiendo ser hundidos en cualquier instante.​

    A diferencia de otros pesqueros como el Narwal (bombardeado y hundido por los británicos), el Usurbil logró salir indemne, y sus tripulantes sobrevivieron al conflicto.
    Fernando Otero mantuvo silencio sobre esta experiencia durante 32 años, creyéndose atado a secreto militar y por lealtad a Argentina.​
    Con el tiempo, al ver que sus colegas argentinos recibían reconocimientos como veteranos, decidió reclamar igualdad de trato. Finalmente, en 2016 el Estado argentino reconoció a Otero como veterano de la Guerra de Malvinas, siendo el primer y único español hasta ahora con tal reconocimiento oficial.

    En 2017 se le impusieron medallas del Congreso Nacional argentino y de la Armada por “Operaciones en Combate”, en una ceremonia en la Embajada de Argentina en Madrid​
    Otero considera que él y los demás 21 españoles del Usurbil merecen las mismas compensaciones y honores que sus pares argentinos​
    Su caso sienta un precedente importante para otros compatriotas “usados y olvidados”, en sus propias palabras​, que participaron en el conflicto desde las sombras.

Además de los marinos mercantes y pescadores, hubo españoles en otras funciones de apoyo. Algunos técnicos de origen español trabajaban en fábricas militares argentinas (por ejemplo, en la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba) y colaboraron en la puesta a punto de armamentos durante la guerra, aunque sus nombres no trascendieron. También la colectividad española en Argentina mostró su apoyo: asociaciones de emigrantes españoles organizaron donaciones de alimentos, ropa y sangre para las tropas, y varios médicos hispano-argentinos sirvieron como voluntarios atendiendo heridos en el continente. Si bien estos aportes no son casos “de combate”, demuestran la participación de civiles españoles identificados con la causa argentina.

En síntesis, pese a la neutralidad oficial de España, numerosos ciudadanos españoles tomaron partido de hecho por Argentina en 1982. Sea como voluntarios espontáneos en la marina mercante, como tripulantes obligados por las circunstancias, o como colaboradores logísticos, dejaron su huella en la contienda. Historias como la de Manuel Olveira Insua (héroe caído en acto de servicio) y Fernando Otero (veterano reivindicado décadas después) ejemplifican este involucramiento. Sus vivencias, respaldadas por documentos y testimonios, enriquecen la memoria histórica de la Guerra de las Malvinas, subrayando la dimensión hispanoamericana y transnacional que tuvo el conflicto más allá de los ejércitos regulares.

Referencias:

  • El País (España), crónica del 20/4/1982 sobre manifestación en Madrid​

    elpais.com
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  • EFE/El País, despacho del 30/5/1982 sobre resolución del TIAR apoyando a Argentina​
    elpais.com

    elpais.com
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  • El Debate (España), artículo histórico del 19/1/2022, “La guerra de las Malvinas: un combate entre ‘naciones amigas’”, que detalla simpatías en España, venta de bombas y reclutamiento clandestino​
    eldebate.com

    eldebate.com
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  • Infobae (Perú), artículo del 25/1/2024, “Apoyo peruano en la Guerra de Malvinas”, sobre entrega de Mirages, pilotos voluntarios y condecoraciones​
    infobae.com

    infobae.com
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  • Diario del Fin del Mundo (Ushuaia), nota del 4/5/2022 rememorando la ayuda peruana (llegada de aviones, misiles Exocet, etc.)​
    eldiariodelfindelmundo.com

    eldiariodelfindelmundo.com
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  • SciELO Brasil, artículo académico de Malena Mazzitelli (2021) sobre solidaridad del Tercer Mundo, citando carta de Fidel Castro a países No Alineados​
    scielo.br
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  • La Vanguardia/EFE (Argentina), “La deuda argentina con 22 españoles que participaron en Malvinas” (02/04/2019), con testimonio de Fernando Otero​
    lavanguardia.com

    lavanguardia.com
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  • Blog La Paseata (12/02/2024), José Crespo, “Uno de Krasny Bor muerto en la guerra de Malvinas”, reseñando la historia de Rafael Luzardo y Manuel Olveira​
    lapaseata.net

    lapaseata.net
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La Voz de Galicia (17/04/2022), “Cuarenta años de la muerte del fisterrán Manuel Olveira”, homenaje a Olveira Insua​
lavozdegalicia.es
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