Ayer, por la tarde, mi pobre hermano en su afán de ayudarme a escribir artículos que interesen. Me mandó un video de TikTok que está circulando por Wasap. Hablando de una orden de monjas que se dedicaban a aliviar a los heridos, de sus cargas lácteas. Concretamente a los impedidos de las guerras carlistas. Al parecer descargaban sus Actimels dándole rienda suelta a sus bífidus activos.
Yo, al ver este video me dije, no puede ser, hacía pocos días que había leído un artículo en el que se hablaba de algo parecido, así que me dije ¿será verdad?
Pero como ya todos sospecharéis no, no es verdad, es un bulo que data de hace unos diez años y se desconoce su procedencia porque se ha reproducido hasta la saciedad en diferentes blogs y redes.
El video nos habla de una orden de monjas masturbadoras que se dedicaban en Málaga, mi provincia encima, a hacer este acto caritativo y que al parecer tras su buen desempeño y resultado se trasladó a toda la península.
Si esta información se hubiera situado en Francia y su catolicismo liberal de la época, me habría hecho dudar. Pero en España, defensora histórica del catolicismo clásico, no, imposible. ¡Ojo!, que no dudo que alguna novicia sucumbiera a los pecados de la carne, mi abuela contaba que en el antiguo convento de mi pueblo, cuando sus tierras fueron removidas, aparecieron huesos que revolverían las tripas a más de uno, pero ese es otro tema.
Pongámonos en situación.
El asunto es hilarante, tenemos a Sor Manuela, una monja de dicha orden que cada mañana rezaba su rosario, desayunaba y se pasaba 6 horas estrujándole el pescuezo al ganso, a soldados impedidos, hasta la hora de la comida. Imaginaos si a Monica Lewinsky, a finales de los noventa, las lágrimas del gusano de un solo ojo se le quedaron impresas en su vestido. En el siglo XIX y un hábito totalmente negro, ¿cómo podrían verse dichas mujeres?, tendrían más medallas que el general de todos los ejércitos.
Aparte, el consiguiente problema que soportarían.
Aun siendo religiosas, tendrían algún deseo y debido a su voto de castidad, estarían necesitadas de roce masculino. Sería un suplicio que no me imagino, tendrían la empanada pidiendo relleno de carne todo el día las pobres y claro, esto las llevaría de nuevo a rezar arrodilladas dando pie a un nuevo oficio eclesiástico, el Mopero, que cuál limpiador de la NBA se dedicaba a secar el suelo tras el rezo de sus pobres hermanas.