Cada vez es más preocupante la deriva que está tomando nuestra sociedad. Esta, que en mi niñez estaba bastante más unida que hoy en día. Aquella época en la que, aunque existían diferencias, se tomaban de otra forma. Quizás aquellos que hoy nos faltan aportaban la cordura debido a las experiencias de sus días de amargura. Puede que seamos diferentes en algunas cosas, pero en definitiva, somos iguales, mucho más parecidos de lo que pensamos.
A todos nos gusta lo bueno. Yo disfruto de mi pitufo catalana desayunando, nombre que aquí en Málaga se le da al pan con tomate “refregado” y jamón. Quizás al mediodía me coma un bacalao a la vizcaína regado con un rioja o tal vez un buen cocido. Estamos más presentes en la vida de los demás, de lo que creemos. Cuando un vasco o un catalán riega su pan con el zumo de la aceituna, seguramente está disfrutando del fruto del trabajo de alguien que vive por debajo de Despeñaperros.
Como en la leyenda del hilo rojo que conecta a las personas, puede que nosotros tengamos algo parecido, pero en nuestro tejido productivo, cada vez más desprotegido, por cierto. ¿Quién no ha disfrutado de un buen plato de pulpo a la gallega acompañado de una copita de manzanilla de Sanlúcar?
Pareciera que no recordamos que una vez unidos fuimos grandes, tanto que ni siquiera el sol podía cubrir nuestra tierra. Y es que yo me pregunto: ¿A quién le ha beneficiado tanta lucha fraternal? ¿Por qué, si se hace una amnistía ideológica, se incluyen textos que eximen de la corrupción? ¿Por qué no pagan como lo hacemos los demás, aquellos que robaron a los parados? Y un largo etcétera desde el inicio hasta hoy de casos de todos los colores en los que al final el único que pierde es el ciudadano. En nuestra separación está su fortaleza, eso es lo único que está claro.
Desde aquí se despide este cateto acongojado que mira con miedo al futuro porque escuchó a sus mayores y no quiere que se repita el yugo que ya nos sometió en el pasado. Esta poesía habla de ello, espero que os guste:
Entre los fascistas y esos rojos, otra vez la nación se va perdiendo. Agitan las banderas y proclamas de tiempos que sobraban reverendos. A la calle salen esperanzados, a ver si por fin alguien les escucha, pero es que ese tren ya ha pasado. Hablan del “despertar de España”, ¡que pobres necios y equivocados! Sé que mi país nunca despertará hasta que no caiga en la cuenta de que el vecino no es el malo. Amarillos, verdes, azules, rojos, legislan buscando el voto que les asegure la poltrona y es que su fin no es otro que ponerse la corona de este reino lleno de personas que olvidan el fluido derramado. Sangre, sudor y lágrimas, de un país de hermanos que por esto ya lloramos. Pero ya no duelen los muertos, aquellos pobres fusilados. Qué necesario es conocer la historia para no repetir el pasado Aquí os dejo una selección de libros que a mi parecer pueden ilustraros en gran medida de los paralelismos del pasado que se repiten a mi juicio.
También os dejo un par de pódcast que podéis escuchar para conocer un poco mejor los sucesos del pasado reciente: