Al hilo de las 2 últimas publicaciones de esta serie continuaré recordando la memoria de aquellas mujeres que, como muchas otras que quedaron en el anonimato, defendieron sus ideales contra el invasor francés.

Inicio de la invasión francesa.

Pongámonos en situación. Unos meses antes de este día, nuestros reyes Borbones, en un acto que demuestra claramente sus capacidades, firman un tratado. Concretamente, el Tratado de Fontainebleau, con los mismos que le habían cortado la cabeza a su primo(Luis XVI) unos años antes. Dicho tratado permitía que el grueso del ejército francés pudiera atravesar la península para ocupar el país vecino (Portugal).

La genial maniobra diplomática de Napoleón le permite adentrarse en nuestro territorio y tomar la capital sin pegar un tiro. Pensad que la frontera con Francia sería un lugar mucho más sencillo de defender, que permitir que un ejército superior a ti entre tan tranquilo por tu tierra, como os digo unos lumbreras, los Borbones(Las crónicas de la época dicen que el rey Carlos IV paso octavillas en las que se leía: me he equivocado perdón, ya no lo haré más. Y que las gentes reían de lo campechano que era su monarca. Esto evidentemente es una broma) 

La intención del Rey de España, que se consideraba aliado de Napoleón, era la de asegurarse el país vecino para su corona, además de levantar el bloqueo establecido en Buenos Aires, por los ingleses, con la ayuda del ejército gabacho. Pero Napoleón, un genial estratega carente de moral o ética alguna, traicionó a los reyes ocupando la península y obligándolos a abdicar. Carlos IV, primero, en favor de su hijo Fernando VII y este mismo después en favor del hermanisimo José Bonaparte (Renombrado pepe botella en estos lares).

Los Borbones permanecieron presos en Francia durante el reinado de José I, esta debilidad provocó una serie de hechos catastróficos para nuestro país. Que se sucedieron durante el siglo XIX, que tuvieron su eco en el XX y de los cuales aún no nos hemos recuperado.

¿Qué sucedió el 2 de mayo de 1808?

Llegamos al día que nos ocupa. Las buenas gentes de Madrid, al ver que sus propios oficiales habían traicionado a su corona manteniéndose al lado de los Bonaparte, se levantaron como únicos defensores de la patria y del infante Francisco de Paula, qué permanencia en Madrid.

Fue una revolución popular en la que lucharon gente llana, clase media y campesinos. Gentes como tú y como yo que con valor defendieron lo suyo, un valor que les falto a los que verdaderamente estaban ahí para ese cometido.

 Madrid se hallaba tomada por unos 50.000 soldados franceses, 10 000 en la capital, 10 000 en la periferia y 30.000 esperando órdenes para actuar. En la mañana del 2 de mayo, según el plan minuciosamente orquestado por el general francés Joaquim Murat a cargo del despliegue en Madrid, dos carrozas se dirigieron al Palacio Real con la intención de conducir a Francia a los últimos miembros de la familia real. Querían hacerlo de forma discreta con objeto de evitar altercados entre la población. Debido a la gran tensión que existía en España por la encubierta invasión francesa, los aledaños del Palacio Real estaban poblados por numerosos viandantes afines a la causa Fernandista y contrarios a la invasión francesa, en general, entre ellos se encontraba José Blas Molina, que al ver la situación pronuncio las siguientes palabras.

¡Traición! ¡Nos han quitado a nuestro rey y quieren llevarse a todos los miembros de la familia real! ¡Muerte a los franceses!

José Blas Molina

El pueblo despertó y armado comenzó a batallar contra el francés.

 Manuela Malasaña

Uno de estos defensores era Manuela, que pereció aquella jornada, las fuentes no se ponen de acuerdo de cuál fueron los actos que esta joven de 17 años realizo aquel día y, por lo tanto, tenemos tres versiones sin que ninguna esté probada.

La primera versión nos dice que como muchas otras muchachas hacía de apoyo a su padre que disparaba desde su balcón, las armas de la época, de avancarga, eran muy lentas, se tardaba entre 30 segundos y 2 minutos para hacerlo. Era común que se poseyera más de una y mientras uno hacía un disparo otro cargaba el arma. Pues en teoría, efectuando esta acción al momento que salió a proporcionarle algo a su progenitor fue alcanzada por un proyectil que la mato.

Otra versión cuenta que volviendo a casa al anochecer del taller de bordados donde trabajaba, es molestada por una patrulla francesa que al verla joven y bella quiso abusar de ella. Se resistió y se defendió con una pequeña tijera que llevaba, tijera propia de su trabajo como costurera. En teoría la patrulla la fusilo en plena calle.

La tercera es la misma historia con una pequeña variación. Manolita fue detenida tomando como pretexto la pequeña tijera que portaba y fusilada la noche del día 3 de mayo.

Lo único que podemos tener claro, es que esta valiente muchacha dio la cara y se convirtió en una mártir de la causa. Que alentó a las gentes en los años posteriores a su muerte, tomo el tamaño de leyenda e incluso dio nombre a un barrio madrileño.

Clara del Rey

Clara era más mayor, tenía 43 años. Su historia es parecida a la de Agustina de Aragón pero con un desenlace fatal. Se dedicó a repartir agua entre los combatientes, cuidar los heridos y animarlos en la lucha, pero ante lo escaso de los efectivos y el mucho daño que realizaba el ejército contrario, se incorpora al combate en la puerta principal del parque, ayudando a transportar cartuchos para los defensores y municiones para los cañones. En pleno combate es alcanzada por el impacto de la metralla en la cabeza, muriendo en el acto.

Otras muchas mujeres perecieron aquel día de lucha:

 Benita Pastrana, de 17 años; Manuela Aramayona de 12 años; Juana García, de 50 años; Ramona García Sánchez; Francisca Olivares Muñoz, María Beano, pareja del Capitán Velarde, muerta cuando se dirigía al Parque; Ángela Fernández Fuentes, de 28 años.

Estos son solo unos cuantos nombres que se conservan de las heroínas que, como las otras dos citadas anteriormente, dieron su vida por la defensa propia y de los suyos. Con este artículo pretendo que no se borre su recuerdo.

Un saludo y muchas gracias por leerme.

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