Pedro Hernández Cabrón nació en Cádiz en el siglo XV, en una familia de origen genovés y de buena posición social. Pero él no estaba hecho para la vida tranquila y aburrida de los comerciantes y los nobles. Él quería acción, emoción y riquezas. Y para conseguirlas, no le importaba pisar a quien fuera necesario.

Primeros pasos conocidos

La primera de sus gestas data de 1473, en la guerra de bandería que afectaron las casas nobiliarias andaluzas de los Medina Sidonia y los Ponce de León. Aparece como capitán al servicio de la familia Ponce de león. Según las fuentes:

“El 13 de marzo de dicho año, junto a los capitanes Juan Sánchez de Cádiz y Juan Suazo, atacará Sanlúcar, donde está anclada una flota al servicio del príncipe Fernando dispuesta a recuperar Cádiz para la corona castellana, en esos momentos, el poder de la ciudad recae en los Ponce de León. La flota del Marqués se adelantó, aprovechando la negativa dada por Juan II para atacar Cádiz, encontrándose ambas en Sanlúcar. Tras la victoria, los barcos del Ponce de León continuaron su avance por el Guadalquivir, fondeando en el río. Error que facilitó que las tropas del de Medina se reagruparan y cortaran su regreso”.

Este hecho nos hace ver que ya era un marino muy experimentado, se desconoce la edad que podía tener en ese momento.

Época de pirata y perdón de la corona.

Tras esto se dedicó a la piratería, al corso y a la conquista. Destacándose en este sentido hasta el punto de enemistarse con la corona. Tal fue su desempeño y su valía como marino que los reyes católicos le ofrecieron el perdón si actuaba bajo su mando. Este hecho lo llevo hasta las islas Canarias, comandando los barcos que transportaban un ejército de 400 soldados al mando del obispo Juan de Frías.

El 12 de agosto de 1479 Pedro desembarca en el puerto de La Isleta, en una expedición compuesta de cuatro navíos a su mando como almirante​. Juntos se dirigirán hacia Tirajana, donde los conquistadores sufrirán una terrible derrota en San Bartolomé, el 24 de agosto del mismo año.  En esa batalla, Pedro Cabrón sufriría una pedrada que le haría perder varios dientes que lo hizo volver a Cádiz, dicha pedrada sería cobrada con creces años después por su parte.

Una Larga guerra de desgaste que no acababa de rematarse por la extrema resistencia de los gigantescos autóctonos, (100 años tardaron en doblegar a los guanches) hasta que en 1483 Juan de Bethencourtt, y más tarde, Pedro de Vera, y El capitán Hernández cabrón, acabarían conquistando aquel gran reto que fueron las islas Canarias.

Cerca del municipio de Aguimes, Hay una playa llamada El Cabrón, que es recuerdo persistente de la saña con la que este malnacido se desempeñó contra los nativos isleños.

Pirata y mercenario

Tras la toma de canaria vuelve a su desempeño de corsario al mando de los marqueses de Cádiz, emprendiendo diferentes gestas en el norte de África y Portugal e incluso participando en el cerco a Málaga en 1487, esta vez contratado por el Conde de Trevento.

Pero la peor fechoría que daría nombre a lo que hoy conocemos como cabronada que realizó este hombre sin moral fue en 1492, durante la expulsión de los judíos de la península ibérica.

Dos meses después de que Boabdil se retirara a Las Alpujarras, cayera el Reino Nazarí y se pusiera fin a la llamada Reconquista. El Edicto de Granada decretó la expulsión de los judíos de las coronas de Castilla y Aragón con el pretexto de impedir que la influencia de estos judaizara a los cristianos nuevos, los conversos desde el judaísmo y el islam (la realidad es que la nobleza tenía contraídas muchas deudas con ellos y los reyes católicos se vieron forzados a su expulsión por la presión de estos).

Ya no habría paz para los judíos, a quienes se les dio a elegir entre el bautismo o el exilio, aquellos que se mantuvieran fieles a su Religión, podían huir con sus bienes muebles, no podían llevarse ni oro, ni plata, ni caballos.

Muchos acudieron al capitán, Pedro Hernández Cabrón, quien les propuso que conservaran las riquezas y embarcaran con ellas en su navío. Por un precio, él los llevaría a África, a Orán. Pero una vez salidos del puerto les desembarcaba, desposeídos, en Málaga y Cartagena, volviendo Cabrón a Cádiz con todas las pertenencias de los judíos. Estas acciones comenzaron a ser conocidas como cabronadas en el puerto, el relato de estas tropelías se extenderían cambiando el significado del apellido Cabrón para siempre.

Esta teoría me la he encontrado explicada de diferentes formas, unos dicen que los tiraba por la borda y los ejecutaba y otros que se vio obligado a desembarcar allí por temor a ataques turcos o inclemencias del tiempo. Lo único que parece cierto es que los desposeía de sus pertenencias sin compasión alguna.

Estando en el país que estamos y como no podía ser de otra forma, el señor Cabrón se convirtió en un gran político en Cádiz, donde era muy respetado por sus ciudadanos.

Pirata, corsario, comerciante y conquistador, Pedro Hernández Cabrón fue un hombre del medievo, piadoso y cruel al mismo tiempo, temido por su violencia y respetado por su inteligencia en la guerra. Nació y vivió en Cádiz, y desde allí asaltó barcos y llevó el terror a las costas aragonesas. Participó en numerosas batallas contra el infiel, luchó en las guerras señoriales andaluzas, ganó el perdón de los Reyes Católicos y tomó parte en la conquista de Canarias. Javier Fornell Fernández nos descubre al personaje histórico, de azarosa vida digna de ser recordada, que se esconde tras el peso de su nombre.

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